Caída y levantamiento del imperio Cachufliano: Estamos de vuelta.

A todos lados a donde iba.
En donde quiera que esté.
La gente se me acercaba y me decía:

"Cuando vuelve cachuflas?" "Por que se separaron?" "Por que tenes olor a mierda en la boca?"

Yo nunca supe como responder. Especialmente la última, que ni mi dentista sabe responderla. Me quedaba balbuceando respuestas. Respondía que teníamos muchas deudas o que a Pepe lo habían amenazado con hacerle un  enema.

Nada de eso era verdad.

Las deudas las evadíamos. Coimeábamos con masitas o les entregábamos a nuestras hermanas a los inspectores. Siempre nos salíamos con la nuestra. Pepe disfruta de sus enemas.

Cachuflas siempre fue una comunidad tranquila y ordenada. Nuestros escritores escribían para nosotros y nosotros le retribuíamos con papel higiénico o jabón.

Hasta que un día...

Se acercaba Navidad y nuestro staff de escritores reclamaba aguinaldo y canastas navideñas. En el contrato que le hacíamos firmar a todos nuestros empleados fuimos muy claros en un artículo donde se expresaba que reclamar por los derechos estaba totalmente prohibido y era motivo de despido sin goce de indemnización. Nadie nos aclaró que esa parte del contrato tenía que estar escrita en letras mayores a dos milímetros.

Hubo un motín en nuestras oficinas, había armas blancas y habían hecho empanada a un pobre tipo. Se llamó a una reunión conciliadora. Se hicieron presentes a la misma todo el staff junto con Hugo Moyano. El tomó la palabra.

-Compañeros... nos reunimos acá para discutir el cumplimiento de nuestros derechos.

Aplausos y gritos. Había uno con un bombo. Moyano continuó:
Algo así  
-Se les exige a los señores Pepe Rodriguez y Pablo Silbido una pronta entrega de las canastas, un aumento de sueldo del 70% y que todos los compañeros que trabajan en negro, sean legalizados como corresponde.

Más aplausos y gritos. Uno prendió una bengala, se quemó el techo y murieron tres personas.

                                                 
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 
Tomé la palabra yo:

-Creemos ferviente que poner en blanco a empleados que son negros, tanto de alma como de piel, es simplemente ilógico e inmoral.

Pepe fue el único que aplaudió. Después gritó "bieeen".

Las quince personas en la oficina se enardecieron. Entonaron el cantito "Hijos de puta, hijos de puta!"


Pepe, ante el momento tenso, intentó calmar los ánimos. Para esto se subió a la mesa, caminó sobre ella hasta la otra punta donde se encontraba Moyano, sacó la poronga y le pegó un cachetazo con la misma.
Fue todo un caos

-Ahí tenés tus derechos, guacho.

-Muchachos, a él! - bramó Moyano.

Dos tipos vestidos de power rangers y calzados con una recortada entraron a la oficina y abrieron fuego. Alguien tiró una bomba estruendo y gas lacrimógeno. Pude divisar en un momento como voló un pan dulce por los aires.

Junto con Pepe pudimos escapar de la oficina. Adentro seguía la batalla campal. A mi me habían dado en el brazo y Pepe sangraba por todos lados. Nos fuimos a un hospital y a la semana nos enteramos que todo nuestro staff formaba parte de una secta y se habían suicidado en masa.

Ahora, con esos canallas muertos, podemos dar inicio a una nueva era. Contratamos a nuevos escritores que jamás pedirían por sus derechos. No serán los mejores, pero no nos van a romper las bolas. Sus notas y columnas de opinión serán horribles, desubicadas hasta incluso ofensivas. Pero si eso no es Cachuflas, Cachuflas dónde está?




Pablo S.



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